Glifo

Glifo
Topónimo: Tulpetlac. Tul-pétla-c, de tul(lin), "tule",pétla(tl), "estera"; -c, morfema de locativo "En la estera de tules".

miércoles, 28 de marzo de 2012

Padre Enrique Amezcua Medima BIOGRAFIA

El padre Enrique Amezcua Medina es hijo de Enrique Amezcua Martínez y Ana María Medina de Amezcua, su madre desde soltera pedía a Dios que le concediera casarse y tener un hijo sacerdote. El matrimonio Amezcua Martínez tuvo un primer hijo Enrique, el cual murió a los pocos meses de nacido.

La familia Amezcua Medina, en época de la posrevolución tienen que dejar su lugar de residencia (Tepalcatepc, Mich.) para trasladarse a Colima, donde nació su segundo hijo el 11 de diciembre de 1918, a quien también llamaron Enrique. Lo  bautizaron pocas horas después de nacido, siendo su padrino San José y su madre continuaba pidiendo que fuese sacerdote.  Mas tarde, la familia regresa a Tepalcatepec, Mich. y tuvieron 7 hijos más.

La infancia del padre Enrique la vivió jugando como todos los niños de su edad,  inicia sus estudios académicos con los Salesianos en Morelia y su madre lo llevaba a visitar a su tío Francisco González Arias, Obispo de Cuernavaca, en donde conoció al Secretario de la Mitra Don Manuel Pío López, quien  años mas tarde, sería cofundador de los Operarios del Reino de Cristo.

Enrique Amezcua dejó sus estudios en Morelia y regresó a Tepalcatepc, debido a la persecución religiosa. En 1927 cuando contaba Enrique con  9 años de edad, llegan a su pueblo los cristeros perseguidos por el gobierno, entre ellos se encontraba un joven de 14 años llamado José Luis Sánchez del Río, el niño martir de Sahuayo, Mich, quien abrazaba con fuerza la bandera de Cristo Rey. Enrique corrió para acercarse al joven cristero y le dijo: “ José Luis, quiero ser como tú, soldado de Cristo Rey, quiero ir contigo y llevar también esa bandera. Sonriendo le  contestó: Eres muy chico todavía. No puedes venir ahora. Lo que tienes que hacer, es rezar mucho por mi y por todos nosotros” y  con una mirada inolvidable le siguió diciendo “DIOS TE QUIERE PARA QUE SEAS SACERDOTE. Y SI LLEGAS A SER SACERDOTE ALGÚN DÍA, PODRÁS HACER MUCHAS COSAS QUE NI YO, NI NOSOTROS PODREMOS REALIZAR. ASÍ QUE NO TE APURES” y estrechando la mano hicieron el trato de rezar el uno por el otro. Mientras el joven cristero se alejaba, el padre Enrique lloraba por el impacto de ese encuentro,  que coservaría el resto de su vida, posteriormente regresa a Morelia a continuar sus estudios y expresa su intención de irse al seminario de los Salesianos, para ello debía trasladarse a Cuba, pero no fue posible porque murió su padre.

El joven Enrique Amezcua Medina a los 15 años de edad, es aceptado en el seminario de Tacámbaro, Mich. por Don Abraham Martínez Betancourt, quien mas tarde sería también cofundador de los Operarios del Reino de Cristo.  Como la persecución religiosa continuara, los seminaristas se escondieron en la Esperanza, Guanajuato,  en donde el joven Enrique fue detenido y casi fusilado porque lo confundieron con un sacerdote,  por su estatura y corpulencia. La familia del padre Refugio lo protegió y mas tarde, por seguridad los que se preparaban para el sacerdocio, fueron trasladados al Seminario Nacional Mexicano de Nuestra Señora de Guadalupe en Montezuma, Nuevo México. Enrique era excelente estudiante, piadoso, gustaba del trabajo manual y del deporte. El 10 de octubre de 1943 es ordenado sacerdote en el Seminario de Montezuma y celebra su cantamisa un día después en donde  se preguntó ¿CON QUE PAGARÉ AL SEÑOR TODO EL BIEN QUE ME HA HECHO?  y  al beber la Sangre de Cristo pronunció el salmo 115.2 “LEVANTARÉ ESTE CÁLIZ Y TRABAJARÉ TODA MI VIDA PARA QUE OTROS TENGAN LA MISMA DICHA” .

En su primer año de presbítero acompaña a Don Abraham Martínez Betancourt Obispo de Tacámbaro a sus visitas pastorales, en donde tiene la oportunidad de palpar la urgente necesidad de sacerdotes y el abandono en el que se encontraban los existentes. De 1945 a 1948 trabajó como prefecto de disciplina en el Seminario de Tacámbaro y en 1948 es enviado a estudiar a Roma la licenciatura de Derecho Canónico en la Pontificia Universidad Gregoriana.

En Roma se relacionó con el Cardenal José Pizzardo, Director de la Obra Pontificia de las Vocaciones, quien le enseña la propuesta de SS Pío XII de que los sacerdotes han de ser SEGÚN EL CORAZÓN DE CRISTO y lo invita a participar en la Secretaría de América Latina y a exponer al Santo Padre, la dura realidad de nuestro continente, en donde había más de 100 mil pueblos sin sacerdotes.  SS Pío XII le miró fijamente y le dijo:  “PADRE A TRABAJAR POR LAS VOCACIONES SACERDOTALES Y POR LOS SACERDOTES DE LA IGLESIA. A DAR SACERDOTES SANTOS ESPECIALMENTE A AMÉRICA LATINA”.  Después de esta fuerte entrevista, el padre Enrique fue a buscar abrigo a su historia (como seguramente haríamos todos) y se dirigió a la Capilla del Sagrado Corazón de Jesús, fundada por San Juan Bosco, en donde pide a Dios le ilumine. En esta visita comprende que SER SACERDOTES SEGÚN EL CORAZÓN DE CRISTO ES TENER SUS TRES GRANDES AMORES: AL PADRE, A SU MADRE Y A LA IGLESIA. El padre Enrique estaba confundido y decide realizar ejercicios Ignacianos en esa misma Capilla para conocer la voluntad de Dios.

Dos años después de su llegada a Roma, viaja a Tierra Santa, con las inquietudes marcadas por las experiencias acumuladas de su vida, celebra misa en el Altar de la Dolorosa en Jerusalén y al terminar la misa se puso a dar gracias y se le acercó un dulce anciano originario de Ávila España, de una barba larga y blanca, con habito franciscano llamado FRAY PEDRO DE LA INMACULADA, quien con gran ternura le da una palmada en el hombro y le dice:  “ NO SE PREOCUPE PADRE, DIOS LO QUIERE A USTED PARA QUE LE DE SACERDOTES A LA IGLESIA”. El padre Enrique volteó asombrado y le preguntó: “Quién es usted padre”, no soy padre responde el hombre tierno y lleno de paz “SOY UN POBRE HERMANO LEGO, PERO DIOS PUEDE HABLARLE A USTED, LO MISMO POR UN HERMANO LEGO QUE POR LA BOCA DE UN GRAN PREDICADOR”. A partir de ahí iniciaron una gran amistad en la que Fray Pedro decía “LO QUE LOS HOMBRES LLAMAN CASUALIDAD, ES EL PSEUDÓNIMO QUE DIOS SUELE EMPLEAR CUANDO NO QUIERE FIRMAR SUS OBRAS”.  Se establece entre ellos una gran amistad y en el siguiente viaje del padre Enrique a Tierra Santa  se volvió a ver con el tierno anciano de barbas blancas que siempre traía las escrituras en la mano, pasaron por trigarles y en meditando sobre el texto: LA MIES ES MUCHA LOS OPERARIOS POCOS,  decidieron el nombre de la obra y en la BasÍlica del Padre Nuestro acordaron el lema PADRE NUESTRO VENGA A NOSOTROS Y POR NOSOTROS TU REINO,  POR CRISTO CON EL Y EN EL.

El padre Enrique obtuvo la licenciatura en Derecho Canónico por la Pontificia Universidad Gregoriana en Roma en el año 1951, y posteriormente regresó a  Tacámbaro, de donde le habían enviado 3 años antes. Don Abraham Martínez Betancourt lo nombra vicerrector del Seminario de Tacámbaro y posteriormente rector en el año de 1955. Entre las actividades a favor del compromiso que había adquirido desde su infancia con el encuentro de José Luis Sánchez del Río, en su cantamisa, en Roma y en Tierra Santa. Funda el 1° de junio de 1951 la Obra de las Vocaciones Sacerdotales aprobada por Don Abraham,  con la finalidad de orar por la santificación de los sacerdotes y la perseverancia de los seminaristas y aligerar las economías deficientes. Iniciaron el trabajo las señoritas de la Acción Católica y pronto se extendió la oración por los sacerdotes también a los enfermos, esta obra de las vocaciones continúa funcionando.

Entre las actividades como rector del Seminario de Tacámbaro el padre Enrique, aumentó el número de sacerdotes del equipo formador, trabajó en preparar equipos para la liturgia, También promovió el trabajo manual como había aprendido de Don Vasco de Quiroga, para dar mejor atención a los seminaristas, Incrementó las horas de deporte, para lo cual compra las propiedades vecinas para aumentar el espacio del seminario. En el ámbito intelectual aumentó a cinco años el período de Latín. Implementó nuevas actividades en los seminaristas como era salir a realizar apostolados fuera del Seminario y en la celebración Eucarística, el p. Enrique lo hacía de cara al pueblo, dicha celebración fue el primero en hacerlo en la Diócesis de Tacámbaro. Con la intención que los seminaristas tuviesen la mejor formación, consiguió como pudo bienhechores y envió a once seminaristas a estudiar a Roma, entre ellos está el Excmo Arzobispo Don Luis Morales, el Excmo Sr. Don Luis Gabriel Cuara, quien apoyó muchos años como vicario en Tulpetlac al p. Enrique, el p. Everardo Mendoza Valencia, que participó con el p. Enrique muy de cerca en los orígenes de la Confraternidad y su posterior formación.

Tantos cambios en el Seminario de Tacámbaro, no fueron gratos para los formadores tradicionales y se gestó un ambiente hostil, por lo que en el año de 1957 llega una invitación del Señor Cardenal Primado de México, Don Miguel Darío Miranda en la que pedía a cada provincia eclesiástica que enviaran a un representante para prestar sus servicios en la Basílica de Guadalupe,  el padre Enrique le solicitó a Don Abraham que lo envíe a dicho cargo y los dos fueron con el Arzobispo de Morelia Don Luis Altamirano, quien dio su anuencia para que Don Miguel Darío Miranda lo recibiese y el 27 de diciembre de 1957, fecha en que lo nombran Capellán del Coro de la Basílica. El padre Enrique continúa buscando apoyo para seminaristas desde la Basílica.

En la Basílica tuvo la oportunidad de acercarse más a la Señora del Tepeyac y como siempre trabaja con una entrega total a su vida sacerdotal. El 30 de septiembre de 1960 conoce y visita por primera vez el abandonado pueblo de Tulpetlac, y descubre la existencia de la Choza de Juan Diego, posteriormente el Santuario de la Quinta Aparición Guadalupana. En este pueblo vuelve a revivir sus experiencias de las visitas que hiciera con Don Abraham, cuando el padre Enrique estaba recién ordenado, y se acordó de la necesidad de sacerdotes, ya que este pueblo tenía MAS DE CIENTO CINCUENTA AÑOS DE ABANDONO SACERDOTAL, su templo estaba en ruinas, el humildísimo Santuario de la Quinta Aparición era casi desconocido. Al entrar al Santuario, sintió en su interior que Dios le pedía hacer algo grande, entregando su vida por la Virgen y por el Reino de Cristo. Al otro día regresó al Santuario, ahora acompañado de  superiora de las Religiosas de la Reparación Eucarística, la madre Luz del Espíritu Santo (madre Lucha), y el 3 de octubre con la Srta. María de Jesús Guizar Barragán.

El padre Enrique siente una necesidad de compartir lo que vivía con su amigo Fray Pedro y por esas casualidades que Dios organiza, le hablaron de la Basílica para que fuese a Roma y esa misma noche un bienhechor le pidió que si al ir a Roma podría ir a Tierra Santa para pedir en el Monte Calvario por una necesidad que él tenía. Al llegar a Tierra Santa aprovechó para ir a buscar a Fray Pedro de la Inmaculada y con el dolor de quien está ligado fuertemente por una amistad en las que habían compartido los mensajes de Dios, se dirigió a la celda donde se encontraba, al entrar al lugar frío, sombrío y austero en donde la hermana muerte se acercaba, le informaron al tierno hombre de las barbas blancas que ahí estaba su amigo, el franciscano agonizante abrió los ojos y lleno de dicha le dijo: LA VIRGEN ME DIJO QUE VENDRÍAS, le compartió las inquietudes de Tulpetlac y le contestó:  VAYA PADRE LA VIRGEN LE ABRIRÁ CAMINO. El padre regresó a México y poco después recibió un carta rotulada por Fray Pedro, que en el interior venía el aviso de su muerte, que él había decidido rotular en su enfermedad, para que su amigo se sintiera menos mal.

El padre Enrique tiene claro el llamado de Dios a trabajar en Tulpetlac, y decide visitar al Obispo Auxiliar de Durango y preconizado Obispo de la próxima Diócesis de Texcoco: Don Francisco Ferreira y Arreola, para hacerle conocer la existencia, del Santuario de la Quinta Aparición Guadalupana, en el territorio de su Diócesis. Monseñor Ferreira estaba muy sorprendido, ignoraba la existencia de aquel tesoro escondido que Dios ponía en sus manos y escucha con atención la vivencia del padre Enrique en el Santuario, la cual fue considerada por Mons. Ferreira como una gracia de Dios, en aquel día del Rosario e invitó al p. Enrique a su toma de posesión como primer Obispo.

La semana siguiente, el día 12 de octubre, inició el Año Santo Guadalupano (instituido por SS Juan XXIII) y el padre Enrique celebró por primera vez misa en el Santuario de la Quinta Aparición. El día 18 fue la toma de posesión de Don Francisco Ferreira como Obispo e invita al padre Enrique a trabajar en el sitio tan significativo para la iglesia que le había dado a conocer. El p. Enrique de inmediato pide oración por intercesión de Santa María de Guadalupe a diferentes comunidades religiosas, por una intención que él consideraba de gran importancia para la iglesia.

El 19 de octubre el padre Enrique sale a Roma para asistir a la ordenación del P. Juan Everardo Mendoza Valencia y en cuanto puede viaja a Tierra Santa para comentar con Fray Pedro su amigo, las vivencias en Tulpetlac, el tierno anciano de las barbas blancas le anima diciendo: “Vaya padre a Tulpetlac, la Virgen le abrirá camino”.

El 12 de diciembre el pueblo de Tulpetlac, animado por el padre Enrique, solicita al Obispo de Texcoco que erija Parroquia al pueblo de Tulpetlac. El Sr. Obispo visita Tulpetlac por primera vez, el 14 de diciembre y vio el Santuario de la Quinta Aparición, construido por los fieles y custodiado por ellos mismos, en esta visita le vuelven a suplicar que haga Parroquia a Tulpetlac, por lo que el Sr. Obispo, atendiendo dicha solicitud, acude al Sr Cura de San Cristóbal Ecatepec, a cuya jurisdicción pertenecía Tulpetlac para preguntar su parecer del desmembramiento de ese pueblo para convertirlo en cabecera Parroquial; la respuesta fue: Sr. Obispo, no tengo ningún inconveniente, sino más bien con ello me quita usted un peso de encima. Pero lo difícil para su Señoría va a ser encontrar a un pendejo que quiera ir a ese pueblo.

El 16 de diciembre Mons Ferreira invita al p. Enrique a ser párroco de Tulpetlac, de inmediato sale el padre a solicitar autorización de Mons. Abraham Martínez y el 17 de diciembre lo recibe, lo acoge y lo apoya. El 8 de enero de 1961, en la fiesta de la Sagrada Familia, se erije la Parroquia de Cristo Rey y Santa María de Guadalupe en Tulpetlac y toma posesión el padre Enrique como primer párroco, la ceremonia se celebró al aire libre porque la iglesia se encontraba en ruinas. El padre Enrique iba siguiendo los pasos de Guadalupe al trasladarse del Tepeyac a Tulpetlac.

Con la energía y acercamiento a las personas que siempre caracterizó al padre Enrique, inició sus trabajos en el abandonado pueblo  iniciando las obras de reconstrucción de la Iglesia Parroquial, la cual amenazaba con caerse por estar en ruinas y Tulpetlac inicia una nueva etapa, en donde tiene un pastor que verá por su superación en todos los sentidos.

Las actividades del padre Enrique en Tulpetlac son sorprendentes tanto en lo espiritual con el establecimiento de varias comunidades Religiosas femeninas para evangelizar, cruzadas de oración en familia, etc., como en lo material que reconstruye la parroquia e inicia la construcción de al menos 8 iglesias más, simultáneamente que serían vicarías de la Parroquia de Tulpetlac,  abre un dispensario, etc.

El 19 de marzo el padre Enrique  designó a Don Luis Toral, famoso pintor Guadalupano para que con las ideas que le propuso, realizara la obra del cuadro de Nuestra Señora de Guadalupe “Salud de los Enfermos” para el Santuario de la Quinta Aparición. La imagen fue terminada y bendecida el 12 de octubre de 1962.

La imagen de la Virgen de Guadalupe Salud de los Enfermos fue distribuida en el Concilio Vaticano Segundo por el mismo padre Enrique que fue invitado a Roma por Don Abraham Martínez Betancourt y Don Manuel Pío López, en el reverso de la imagen, llevaba una oración pidiendo por el Concilio.

El padre Enrique sumando sus experiencias desde la infancia, ordenación, rector del seminario de Tacámbaro y tanto en la Basílica de Guadalupe como en el Santuario e la Quinta Aparición Guadalupana, se acercó a Don Abraham a solicitarle que pudiese fundar la Obra de Operarios del Reino de Cristo Guadalupanos, quien le escucha y con la prudencia que otorga la sabiduría, le propuso que pasara un año en oración por esta intención y se volverían a reunir.

Pasado el año, el padre Enrique se volvió a acercar y le pidió otros seis meses de oración. Estas pruebas de obediencia y piedad apoyaron para hacer posible que se fundara la obra.

El 12 de septiembre de 1963, el Obispo de Tacámbaro, Monseñor Abraham Martínez Betancourt, da el decreto de erección de la Pía Unión Confraternidad Sacerdotal de los Operarios Guadalupanos del Reino de Cristo, que mas tarde quedó en Operarios del Reino de Cristo. Ese mismo día en la Basílica de Guadalupe, dio inicio la Pía Unión con la Celebración Eucarística por Don Manuel Pío López, en la que Don Abraham Martínez predicó y tomó el juramento a los dos primeros sacerdotes Operarios: el padre Enrique Amezcua Medina como director y el padre Everardo Mendoza Valencia. La lectura del decreto la hizo el P. Ignacio Flores quien compartía la ilusión de fundar una obra sacerdotal para atender a los más necesitados y más tarde le donara la Hacienda de Guadalupe al p. Enrique para la obra. En este acto también estuvo presente Don Francisco Ferreira  y sacerdotes de la diócesis de Texcoco, así como el equipo formador del seminario de Texcoco y numerosas religiosas entre otros.

La formación de sacerdotes inicia en el primer seminario ubicado en el anexo de la parroquia de Tulpetlac. El 10 de febrero de 1964, aniversario del martirio de José Luis Sánchez del Río, se funda el Seminario Menor de los Operarios del Reino de Cristo y el 10 de julio de 1966 con la autorización de Don Alfonso Toriz Cobián se funda el Seminario Mayor de los Operarios del Reino de Cristo en Querétaro, siendo su bendición el 10 de junio de 1971.

Con la intención de dar la mejor formación a los seminaristas que serían los futuros Operarios del Reino de Cristo, como el padre Enrique lo había hecho antes con los seminaristas de Tacámbaro, hizo las gestiones para llevar a estudiar al Seminario Diocesano de Toledo España a 13 seminaristas que partieron  en octubre de 1972.  En febrero de 1977 en el atrio de la Parroquia de Cristo Rey y Santa María de Guadalupe, Don Abraham Martínez ordena al P. Lino Fragoso y el 15 de agosto al primer grupo de sacerdotes Operarios del Reino de Cristo.

En uno de los encuentros del padre Enrique con Fray Pedro de la Inmaculada, le dijo: LA OBRA NACERÁ EN MÉXICO Y FLORECERÁ EN ESPAÑA. El padre Enrique conoce a Don Manuel Hernández Jerez quien le apoya en todo lo relacionado con aquella Región y se llega el momento de llevar a cabo los trámites para fundar un seminario en España, para ello se requería entrevistarse con el Arzobispo Don Marcelo. Ante la importancia de tal entrevista y con la experiencia de oración, que había dado como fruto la fundación de los Operarios, tanto en España como en México se pusieron rezar muchos conventos, sacerdotes y amigos. Como resultado de la oración, en la entrevista con Don Marcelo se autoriza la obra en España y el 16 de enero de 1979 se funda el Seminario Mayor de los Operarios del Reino de Cristo en Olías del Rey, Toledo, España. Posteriormente el 11 de septiembre de 1983 se funda el Seminario Menor en Consuegra España.

El 15 de agosto de 1979 se terminan las primeras Constituciones de la Confraternidad elaboradas por el p. Enrique; padres de la Confraternidad y el P. Teodoro I. Jiménez Urresti, canonista y profesor del Seminario de Toledo y  fueron promulgadas el 16 de diciembre de 1979.

En 1980 inicia la rama de Operarios Seglares en Olías del Rey, quedando como coordinador el p. Gildardo Alvarez. Estos grupos se extienden en México inicialmente en Tulpetlac, luego en Querétaro y más tarde en Los Angeles California.

En el años de 1983 el p. Enrique inició los trámites para lograr la configuración canónica de los Operarios del Reino de Cristo como Sociedad d Vida Apostólica. En el año de 1984 se llevó a cabo en Tacámbaro Mich, la Asamblea General de los Operarios del Reino de Cristo, en la que es elegido el P. Gildardo Alvarez Abonce como 2° Director General de la Confraternidad. El padre Enrique se sintió solo y posteriormente en 1985 deja de ser párroco de Tulpetlac.

Del 5 de diciembre de 1984 al 28 de octubre de 1992, fueron los años de enfermedad del P. Enrique y nuestro querido padre  fundador, tiene la oportunidad de volver a ABANDONARSE A LA ORACIÓN, como había hecho su madre desde antes que naciera, como había sido en su infancia con el “trato” con Jose Luis Sánchez del Río, en su cantamisa con el Salmo 115.2, en su obra a favor de las vocaciones en Tacámbaro, en su actividad como rector de Tacámbaro, en sus viajes con Fray Pedro, en su fuerte encuentro con Guadalupe tanto en la Basílica como en Tulpetlac, en sus intenciones para fundar la Obra y en su entrega total como sacerdote al servicio de la comunidad parroquial y de promoción y formación de sacerdotes, ES DECIR SE INMOLÓ EN LOS ÚLTIMOS AÑOS DE SU VIDA PARA QUE TODOS LOS QUE ESTEMOS CERCA DE LOS OPERARIOS COMPRENDAMOS  VIVIR SEGÚN EL CORAZÓN DE CRISTO ES AMAR Y SUFRIR COMO ÉL.

CRONOLOGIA PADRE ENRIQUE AMEZCUA MEDINA




El Padre Lic. Enrique Amezcua Medina, nace en la Ciudad de Colima el 11 de diciembre de 1918, es el segundo de nueve hermanos, sus padres, Don Enrique Amezcua, originario de Tancítaro, Mich.; y Ana María Medina, de Cotija, Mich.

Inicia su formación académica en la Escuela Apostólica de los Salesianos, en Morelia, en torno al año de 1924, cuando contaba con seis años de edad.

En 1933, debido a que en Tacámbaro no se contaba con seminario propio, el entonces secretario canciller, el P. José Abraham Martínez llevó a Morelia a su primera vocación sacerdotal al P. Enrique Amezcua, quien contaba con quince años de edad.

En 1937, tras haber cursado latín y humanidades, fue enviado el P. Enrique Amezcua a continuar sus estudios de filosofía y teología en el recién inaugurado Seminario Nacional Mexicano, en Montezuma, Nuevo México (EUA).

El 10 de octubre de 1943, con letras dimisorias de su Obispo, Don Abraham Martínez, fue ordenado por el Arz. de Santa Fe, el Excmo. Sr. Dr. Mons. Edwin V. Byrne, en la capilla del Seminario de Montezuma, y al día siguiente el 11 de octubre, celebra su primera Misa en la misma Capilla del Seminario. Es en este día, inolvidable para el Fundador, cuando movido por la gratitud del don recibido del sacerdocio, se compromete a trabajar por las vocaciones sacerdotales para que otros puedan tener la misma dicha que él. Así lo narra él en su Testamento Espiritual: En mi Primer Misa (11 de octubre, entonces festividad litúrgica de la Maternidad Divina de María), al comulgar con el Cáliz y pronunciar las palabras del salmo 115, 2: ¿“Con qué le pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Levantaré el Cáliz de la salvación e invocaré su Nombre”, pensé: “Esta será mi gratitud por el Sacerdocio: levantar este Cáliz, o sea: celebrar la santa Misa siempre que pueda hacerlo; y trabajar para que otros tengan la misma dicha que yo, de modo que cuando yo muera, este Cáliz siga levantándose” (Testamento, 59).

El 16 de julio de 1944, celebra su cantamisa en Tepalcatepec, acompañado de su Obispo, Don Abraham Martínez y el Obispo de Cuernavaca, su tío Don Francisco González Arias.

Entre los años de 1944-1945, durante casi un año, acompañó a su Obispo en la visita pastoral por el sur de su diócesis. Esta visita fue iluminadora para su vida sacerdotal, pues en ella conoció la situación de precariedad e ignorancia del clero, debido al aislamiento y a la falta de formación.

En el año de 1945, al final de esa visita pastoral, su Obispo lo destina como Prefecto de Disciplina del Seminario de Tacámbaro, cargo que desempeñó durante tres años.

A finales de 1948, su Obispo lo envía a Roma, al Colegio Pío Latino Americano, a estudiar Derecho Canónico, en la Pontificia Universidad Gregoriana.

Estando en Roma, conoce al Cardenal Guiseppe Pizzardo (Prefecto de la Sagrada Congregación de Seminarios y Universidades, y Director de la Obra Pontificia de las Vocaciones Sacerdotales), quien lo invita para que colabore en esta Obra Pontificia, precisamente en la Secretaría de América Latina, trabajo que desempeñó durante casi tres años. En este tiempo fundó el Centro Vocacional Pío XII, en el Colegio Pío Latino Americano, del que fue durante dos años Prefecto de la Primera Camaratta.

En mayo de 1950 ,durante su labor en la Obra Pontificia de las Vocaciones, el P. Enrique acompaña al Cardenal Pizzardo a una audiencia con SS Pío XII, para exponerle la situación de los sacerdotes de América Latina, y es el mismo P. Enrique quien da el informe al Santo Padre sobre la dura situación sacerdotal-vocacional de esa parte del mundo, es a raíz de esta entrevista que escucha el P. Enrique directamente del Papa la invitación a trabajar para dar sacerdotes santos, según el Corazón de Cristo a América Latina.

En junio de 1950, viaja a Jerusalén donde conoce a Fray Pedro de la Inmaculada, hermano lego franciscano, español. Fray Pedro de la Inmaculada será el guía que le ayudará en el discernimiento de la Obra sacerdotal que el Señor le estaba pidiendo al P. Enrique Amezcua.

En 1951, obtiene la Licenciatura en Derecho Canónico, por la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, y regresa a su Diócesis, donde es nombrado Vicerrector del Seminario de Tacámbaro y posteriormente es nombrado Rector. Durante este tiempo, funda la Obra de las Vocaciones Sacerdotales (OVSA). Es un movimiento laical de promoción vocacional que perdura hasta nuestros días. Culminó su trabajo en el Seminario enviando, al Colegio Pío Latino Americano (Roma), 11 alumnos a estudiar a las Universidades Pontificias.

El 27 de diciembre de 1957 es nombrado Capellán del coro de la Basílica de Guadalupe en México D. F., como representante de la Provincia Eclesiástica de Michoacán.

El 30 de septiembre conoce y visita por vez primera el abandonado pueblo de Tulpetlac, y descubre la existencia del Santuario de la 5ª Aparición Guadalupana.

El 12 de octubre inició el año Santo Guadalupano (instituido por su Santidad Juan XXIII), ese mismo día celebró el P. Enrique por primera vez la santa Misa en el Santuario de la 5ª Aparición; 

El 18 de octubre, fue erigida la nueva diócesis de Texcoco y toma posesión el Obispo, El Excmo. Sr. Dr. Don Francisco Ferreira y Arreola, quien invitó al P. Enrique a trabajar en la parroquia de Tulpetlac.

El 6 de enero de 1961, se erigió la Parroquia de Cristo Rey y Santa María de Guadalupe en Tulpetlac y el 8 de enero tomó posesión su como su primer Párroco, después de ciento cincuenta años sin sacerdote.

El 12 de septiembre de 1963, en la Basílica de N. S. de Guadalupe del Tepeyac, el Excmo. Sr. Obispo de Tacámbaro, Don Abraham Martínez Betancourt, funda como “Pía Unión” de la diócesis de Tacámbaro, la Obra Sacerdotal de los Operarios del Reino de Cristo, nombrando Director de la misma al P. Enrique Amezcua Medina.

En la festividad de Cristo Rey de 1964 se inaugura el Seminario Menor, “Internado José Luis Sánchez del Río en Salvatierra, Gto.

El 10 de julio de 1966, el Excmo. Sr. Don Alfonso Toríz Cobián, Obispo de Querétaro, concede la fundación de la casa (seminario) de Querétaro.

El 10 de octubre de 1968, fue la Coronación Diocesana de la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe “Salud de los Enfermos”, por  el Excmo. Sr. Obispo de Texcoco, Don Francisco Ferreira y Arreola, en el Santuario de la 5ª aparición Guadalupana.

En marzo de 1972, con el beneplácito de los Obispos, de Tacámbaro, Texcoco y Morelia, el P. Enrique, viaja a Roma y España, buscando un lugar para la mejor formación de sus alumnos, encontrando un generoso apoyo en Don Marcelo González Martín, recién nombrado Arzobispo de Toledo.

El 3 de octubre de 1972, el P. Enrique lleva 13 seminaristas a Toledo y los inscribe como alumnos internos ordinarios. Tras haber conocido y tratado a Don Manuel Hernández Jerez, sacerdote diocesano de Toledo y párroco de Olías del Rey.

El 16 de enero de 1979, se hace la erección canónica de la casa de Olías del Rey (Toledo, España), como Seminario Mayor de los Operarios del Reino de Cristo, y se trasladan los seminaristas a la Casa que provisionalmente fue preparada. Don Manuel se incorpora a la Confraternidad y será el Rector de dicho Seminario.

El 15 de agosto de 1979, tras las reuniones de los padres de la Confraternidad y con la ayuda y asesoría de Don Teodoro Jiménez Urresti, canonista y profesor del Seminario de Toledo y de la Universidad Pontificia de Salamanca, se terminan las primeras Constituciones de la Confraternidad y se envían a los Obispos para aprobación.

El 16 de diciembre de 1979, invita el P. Enrique al Cardenal primado de México, el Emmo. Sr. Don Ernesto Corripio Ahumada, a la Coronación Pontificia de la Imagen de Santa María de Guadalupe Salud de los Enfermos (Tulpetlac). En esta fiesta se promulgan las Constituciones y el P. Enrique Amezcua y demás Operario del Reino de Cristo renovaron su adhesión a la Confraternidad conforme a las nuevas Constituciones, ante el Excmo. Sr. Obispo de Tacámbaro, Don Luis Morales Reyes. La importancia de este acontecimiento hizo que se considerara como el segundo nacimiento de la Confraternidad.

En 1981 se funda la casa de espiritualidad en San Juan Hueyapan, Hidalgo.

El 1 de mayo de 1982, se inaugura y bendice el Seminario de Olías del Rey, por el Cardenal Don Marcelo González Martín, con la asistencia de diversas personalidades eclesiásticas y civiles de Toledo, particularmente del Cabildo Metropolitano.

El 12 de septiembre de 1983, en el XX aniversario de la Confraternidad, se funda en Consuegra (Toledo), el Seminario Menor, iniciando ese año con 16 alumnos.

El 5 de diciembre de 1984 se tiene en Tacámbaro, Mich., la Asamblea General en la que es elegido el P. Gildardo Álvarez Abonce como Director General de la Confraternidad de los Operarios del Reino de Cristo, fecha en la que deja el P. Enrique el gobierno de la Confraternidad.

A finales de 1988, el P. Enrique empezó a enfermar gravemente, iniciando así su itinerario de dolor y sufrimiento.

El 21 de noviembre de 1991 es erigida canónicamente, la Confraternidad, como Sociedad de Vida Apostólica de Derecho Diocesano, por el Excmo. Sr. Obispo de Tacámbaro, Don Alberto Suárez Inda.

El 28 de octubre de 1992, muere el P. Enrique Amezcua en Tulpetlac a los 73 años de edad. Fue sepultado en la entrada del Santuario de la 5ª Aparición Guadalupana (Tulpetlac, Estado de México), donde quiso ser un escalón más que siga acercando a los fieles a los pies de Nuestra Sra. de Guadalupe, Salud de los Enfermos.

INFORMACION TOMADA DE:

http://confraternidadorc.org/somos-2/fundador-y-cofundadores/